miércoles, 23 de junio de 2010

Filosofía andina y filosofia occidental

El hombre era un punto del universo, el ser más evolucionado de los microorganismos de la materia por acciones cósmicas ignotas. Esta forma de aparición del hombre fue concebida por los Incas, al pensar que el hombre procede de la Naturaleza, concretamente de la Pachamama.

El cosmos es el mundo, el universo, el conjunto de todas las cosas que existen en él, los seres orgánicos e inorgánicos, las fuerzas de gravitación universal, y todos los entes del espacio infinito. Pero, en sentido restringido, el planeta Tierra es el cosmos del hombre por ser su escenario inmediato. Según la filosofía Incásica, el planeta Tierra era el mundo del hombre, de él viene y a él vuelve; que contiene el pasado, el presente y el futuro del hombre, y su relación era la total armonía. En cambio, los españoles eran idealistas, que concebían su vida en lucha constante con la Naturaleza, con todos los hombres del mundo para supervivir con más bienes materiales.

Los Incas establecieron una organización social basada en morales de obediencia y modelación de la convivencia. Estos tres principios,que resumían cómo debía vivir un habitante del imperio, fueron las leyes básicas del Tahuantinsuyo:
- Ama Súa - no seas ladrón
- Ama Llulla - no seas mentiroso
- Ama Kella - no seas perezoso

En el seno del Tahuantinsuyo, los pueblos agrupados en ayllus fueron iguales en su trato, hubo pueblos de distintos colores de piel, que iban desde el blanco hasta el cobrizo más intenso; este carácter multirracial del incario lo constataron los propios cronistas españoles, que se encontraron con que aquí también habían pueblos con la piel más blanca que los españoles, pero aquí también habían pueblos con la piel más obscura, sin embargo, los incarios no tuvieron el criterio del racismo, porque pensaban en la raza única de la especie humana. La historia prueba que el racismo nació en el Occidente, como una expresión de la mentira, la expoliación y el sojuzgamiento al que sometieron a otros pueblos.

Otras características peculiares de la nación Incaria fueron, sus inventos, la cultura como la civilización al servicio de todos; mientras los imperios occidentales nunca fueron portadores del progreso ni de la cultura, sino de la opresión, la violencia y la sujeción; porque carecieron del sentido comunitarista.

Para los Incas, la medida del valor de las personas estaba dada por su aporte en beneficio de la comunidad. En esta forma de encarar la existencia, el valor social recaía sobre quienes mostraban adhesión con su ayllu y su nación, y no sobre quienes hacían ostentación personal de sus riquezas; todos habían sido formados en este criterio, que constituía su psicología de base; a nadie se le habría ocurrido en el Tahuantinsuyo acumular riquezas, pues no se conoció la propiedad privada. Para el occidental, el lucro y el amor a sí propio fue su psicología de base.

En los pueblos del Tahuantinsuyo hubo un elevado enfoque de la propia existencia; pues, no vieron, por ejemplo, en los metales preciosos un medio de acumulación de riquezas, sino como simples objetos que permitían expresar la belleza. Para los Incas el oro y la plata eran obsequios de Pachamama, el trabajo en ella era vivir alegremente, como gobernar era hacer que todos trabajen con alegría.

En cambio, el occidental aportó al mundo la desocupación, la explotación, el engaño, la miseria, la ociosidad, etc.

A nuestro juicio, la economía debe estar al servicio de la sociedad, la organización económica un derivado de la organización social. En el Tahuantinsuyo, los ayllus no sólo eran unidades sociales de base, sino también centros de producción económica. En el Occidente ocurrieron las cosas de otra manera: allí para que pudiera desenvolverse la economía esclavista debió la sociedad condenar a la mayoría de su población a la esclavitud y a su vez encumbrar a los esclavistas; cuando a la economía esclavista le sucedió la feudal, hicieron su aparición los señores feudales y los siervos de la tierra; y cuando, finalmente, al feudalismo le siguió la economía capitalista, en la sociedad se encumbraron a los burgueses en la cúspide, mientras los proletarios caían en los abismos de la sociedad. En todos esos casos, la sociedad jugó un papel subsidiario de explotación.

Además, las leyes naturales son las que regulan la dinámica de todas las cosas en su conjunto, donde el hombre se halla inmerso en estrecha interacción. Nadie podría desdeñar esta verdad incontrovertible, fuente de todas las ciencias. En este entender, las necesidades humanas son científicas, y todo esfuerzo humano debería orientarse hacia su satisfacción, sin discriminación; puesto que las leyes naturales no son discriminatorias. Por eso, creemos que las concepciones filosóficas de los Incas fueron científicas.

Todo conocimiento científico  parte de la experiencia directa, así como la filosofía de las leyes naturales. La concepción incásica de la vida y el mundo tuvo como punto de partida una Visión integrada y unitaria del universo. En cambio, los occidentales tuvieron una perspectiva homocéntrica.

Para los incásicos, Pachamama unía el espacio con el tiempo, que el pasado genera el presente, como éste el futuro; que Pachamama contiene el germen de los seres que viven sobre ella y nadie puede ser Propietario de ella, que el hombre es de ella. En tanto, los occidentales se hacían por sí y ante sí dueños de tierras.

En base de estas premisas, en el Tahuantinsuyo se gobernaba para el bien general, con el principio extraordinario: gobernar es hacer que todos trabajen con alegría en beneficio de la comunidad; no existió el Pensamiento de acumular riquezas en desmedro de su ayllu. En cambio, los occidentales eran narcisistas.

En el Tahuantinsuyo hubieron pueblos de distintos colores de piel, sin embargo no hubo racismo, la relación hombre - mujer no era tan desigual en la vida preamericana. La relegación de la mujer y el racismo fueron introducidos por los occidentales, como también los desajustes sociales que se dieron, debido a la atrevida sustitución de las leyes naturales por las leyes sociales.

La cultura Inkaria no fue un imperio, sino una expansión cultural, eminentemente socialista, como lo prueban sus ayllus con su ayni, minca, kamachico; su idioma quechua de elevado carácter social; sus descubrimientos, inventos y creaciones también tuvieron sentido social, sirvieron para elevar su status de vida y proseguir la exploración de todo cuanto existe en la Naturaleza, manteniendo la unidad física e ideológica de sus habitantes; sin descuidar la atención a sus niños, y la jubilación del hombre del trabajo productivo. Entre sus actividades científicas, son importantes los calendarios, como una forma de atrapar los movimientos del Sistema Solar que influyen decisivamente en la vida echas; las construcciones de los seres, sobre todo en las siembras y cosechas; las construcciones de sus canales de irrigación, como grandiosas obras de ingeniería; los extraordinarios conocimientos de Botánica, Física, Química, etc.; como genistas insuperables produjeron el maíz, perfeccionaron el cultivo de la papa, cultivaron el algodón inclusive en colores; los alcances en la medicina, realizaron trepanaciones, momificaciones, etc.; sus dominios en la estética, el arte, la cerámica fueron asombrosos; su conducta social, moral, solidaria y fraternal constituyeron el paradigma de la más alta dignidad humana. Dichos valores, no obstante el vasallaje español y neoespañol por espacio de 448 años, siguen siendo la gran reserva moral y cultural del futuro.

En la sociedad Inkaria no se conoció la «propiedad privada», porque su estilo de vida fue comunitario; se practicó el principio: todos para uno y uno para todos, por la naturaleza de sus ayllus, instituidos a similitud de la gran dinámica del cosmos. Sin embargo, a pesar de ser una sociedad jerarquizada estaba basada en vínculos de redistribución y solidaridad, ya que los bienes tributados, eran almacenados en depósitos reales, donde eran inventariados, o sea contados mediante un sistema a base de nudos, de dimensiones y colores diferenciados, realizados en tiras de cuero, llamado quipu, por funcionarios especializados, y luego comunicado al Inca, quien los redistribuía en aquellas poblaciones que habían tenido malas cosechas.


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Liborio COCA DÁVILA, hijo de Melchor Coca y Juana Dávila profesor de carrera, nació el 23 de Julio de 1925, en el distrito de Ahuac, provincia de Huancayo. Inició su carrera en la Escuela Normal "Teodoro Peñaloza" de Chupaca, optando el título de Normalista Rural, posteriormente el título de Normalista; hizo estudios de Supervisión en Educación a nivel superior. Realizó estudios universitarios en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional del Centro, optando el título de Profesor de Educación Secundaria, en la especialidad de Filosofía y Ciencias Sociales. Ejerció la docencia en Educación Primaria, en varias escuelas de la selva, costa y sierra; en Educación Secundaria, en el glorioso colegio "Santa Isabel" de Huancayo; en Educación Superior, en el ex Instituto Superior "Mariscal Cáceres", en la cátedra de Filosofía, por concurso regional. Incorporándose en 1982 como docente universitario en la Universidad Privada Los Andes de Huancayo, por concurso nacional. Profesor de notable producción intelectual; es autor de las siguientes obras: Filosofía Cósmica en la Educación Nacional, Lógica Dialéctica, pedagogía Peruana Realista, Educación Moderna, Crisis de la Educación, Filosofía Pedagógica, y Miseria de la Enseñanza en el Perú Profundo.

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