En este alto desierto escaso de agua, grupos humanos se han establecido en forma más o menos permanente desde hace cientos de años. Así la llegada de los europeos encontró poblaciones indígenas de un importante grado de desarrollo cultural, a lo largo del río Salado y alrededores del Salar de Atacama. Dichas áreas pasaron a ser conocidas respectivamente como Atacama la Baja, cuya cabecera se encontraba en Chiu-Chiu, y Atacama la Alta, históricamente la zona de mayor concentración poblacional y que incluía a la localidad de Susques del lado argentino (Nuñez Atencio, 1992).
En este último sector los grupos humanos se establecieron, como una población dispersa, en las cercanías de los ríos y en la decena de oasis que conforman la localidad de San Pedro de Atacama.
Hacia finales del siglo XIX, la actividad fundamental de los pobladores era el pastoreo extensivo de rebaños de llamas y ovejas y la caza de vicuñas. Los pastores recorren grandes extensiones en la búsqueda de las mejores pasturas para los animales a través de movimientos periódicos entre los puestos rurales.
Fuera de la cuestión minera, el pastoreo ha sido la principal fuente de sostenimiento de la población desde tiempos prehispánicos.
Las necesidades de la comunidad que no eran satisfechas por el ganado se compensaban con el intercambio de productos con otras regiones. Los arrieros de la Puna llevaban tejidos, sal, coypa, entre otros productos y los intercambiaban en la quebrada, en los Valles Calchaquíes y en lo que hoy es territorio boliviano y chileno. La inestabilidad limítrofe de alguna manera favorecía la continuidad de esta práctica basada en la subsistencia por intercambio entre diferentes nichos ecológicos.
Históricamente la región andina ha funcionado como una unidad económica y cultural.
Cada familia posee una cierta cantidad de tierras de pastoreo que puede utilizar. A pesar de que son pocos los casos donde los límites de cada unidad familiar están pircados (demarcados con muros de piedra), cada pastor sabe hasta donde puede conducir sus animales guiándose por referencias físicas. En general cada familia es bastante celosa respecto a su tierra y las invasiones de la hacienda no son bien vistas.
Son numerosos los casos relevados donde la vivienda histórica de la familia se abandona por diferentes razones y se construye otra a los pocos metros. En algunos casos se desarman los techos, la parte más valiosa, para utilizarlos en otros caseríos. Como decíamos, sí se nota un arraigo hacia el lugar, pero no hacia el objeto arquitectónico “casa”. En general se observa escaso apego hacia los bienes materiales mostrando una escala de valores diferente a la que estamos habituados.
Producto de este carácter dinámico en el espacio de la actividad pastoril, no es posible hablar de “la” vivienda, sino que tenemos que referirnos más bien a un sistema del hábitat compuesto por una serie de piezas interrelacionadas. En general para la mayoría de las familias los elementos componentes a considerar son:
a- Vivienda rural o “Casa del campo” o “Domicilio”
b- Puestos temporarios o “estancias”
c- Vivienda urbana o “Casa en el pueblo”
Cuando hablamos de “casa” no nos referimos a una construcción única sino a un complejo de estructuras individuales que se van interrelacionando. Mientras que algunas de estas estructuras están presentes en todos los casos analizados, otras pueden o no aparecer en función de las posibilidades y necesidades de cada familia. En general los elementos de cada casa son:
a. Habitaciones: Son los espacios para dormir propiamente dichos. Dependiendo de la escala de cada caserío pueden ubicarse entre uno y tres dormitorios.
b. Depósitos: Se trata de un espacio de características similares al de los dormitorios utilizado para el guardado de cosas.
c. Cocina cerrada: A pesar de que generalmente no se usa el espacio cerrado para cocinar, en la mayoría de los casos se encuentran cocinas techadas. Son fácilmente reconocibles por las perforaciones en el frente para la salida del humo. En el centro de la habitación se ubica el fogón armado con piedras y sobre los muros se ubican varias hornacinas para el guardado de cosas. En algunos casos desde el frente de esta construcción se proyecta un muro de piedra de un metro de alto que encierra un fueguero exterior.
d. Fuegueros: En general el fueguero es el espacio de reunión diario de la familia. Si bien toma diversas formas, consiste en una estructura de piedra de alrededor de un metro de alto que puede ser circular o rectangular. Al centro se
ubica el fogón y alrededor se sentarán las personas. Tanto en las viviendas rurales, como en las urbanas y en los puestos, el fueguero podría considerarse como el corazón del conjunto.
e. Horno: Con diversas variantes en su construcción todos los conjuntos relevados tenían su horno de barro. No necesariamente se ubica cercano a lacocina o al fueguero.
f. Corrales: En los conjuntos se distinguen corrales rectangulares, circulares, dormideros de llamas y corrales para las crías.
Göbel en su trabajo sobre Huancar asocia los corrales rectangulares a los burros y mulas y los circulares a las ovejas y cabras.
g. Letrina: En las casas que tienen letrina se observa que es una construcción relativamente reciente. Se la ubica separada del núcleo de la vivienda.
h. Telares: Si bien el tejido con telar se está perdiendo en Susques, algunas casas de campo conservan sus telares. En general se ubican en una ladera orientada hacia el Este sobre una base de piedra.
i. Altares: La mayoría de las casas de campo tienen un espacio destinado a celebrar a los santos de la familia. Puede ser un espacio dentro de una habitación, un túmulo externo o bien un oratorio especial. Los oratorios replican en menor escala la estructura de las capillas locales con sus muros laterales que se proyectan hacia el frente formando un arco cobijo. En general son construcciones sencillas a las que se le destina una especial dedicación en las terminaciones y pueden ser las únicas estructuras revocadas en un conjunto.
Especialmente interesante resulta el oratorio de Casa Quemada emplazado en una posición elevada que lo hace visible desde todo el paraje. En este caso el pequeño templo no solo pertenece a Simona Vilte, sino también a sus hermanas que tienen sus casas en el mismo paraje. En general las familias son muy celosas de este espacio sagrado, más que de cualquier otra construcción.
Probablemente un visitante pueda entrar en alguna de las habitaciones, pero difícilmente le permitan conocer el interior del oratorio. Como parte de la dimensión religiosa que tienen los caseríos en todos los casos se observan los lugares de celebración de la Pachamama, como las apachetas y el pozo donde se la alimenta cada 1º de agosto a la espera de bendiciones.
Cada uno de estos elementos en general se conforma con construcciones rectangulares de tres metros de ancho y entre 4 y 6 metros de largo.
La mayoría de las casas de campo se ubican en lugares reparados del clima, como pequeñas abras en las quebradas o en los valles entre cerros bajos. Un factor fundamental para la elección de un emplazamiento es la cercanía de agua. El agotamiento de una vertiente será también razón suficiente para trasladarse. En general tienen buena accesibilidad ubicándose en las cercanías de algún camino. Al mismo tiempo buscan estar en una posición equidistante de los puestos.
El sistema de asentamientos relacionados directamente con el pastoreo se completa con una red de refugios distribuidos en el área de cada grupo familiar. Durante el año los pobladores van trasladando su hacienda en busca de agua y de mejores pasturas, en general siguiendo un ciclo de rotación anual constante. Cada familia tiene entre tres y ocho puestos que distan entre media hora y un día de caminata de la casa de campo.
Los puestos funcionan como estaciones intermedias que acortan las distancias entre las pasturas y la casa de campo, son una especie de escalas en el recorrido. Usualmente una parte de la familia, los más pequeños y los más ancianos, permanecen en la casa y otros parten con la hacienda para instalarse en el puesto por un tiempo variable. De acuerdo a lo observado en algunos casos, la costumbre de la zona es soltar a los animales por la mañana para que vayan a alimentarse y luego del mediodía los pastores parten a buscarlos para evitar que ingresen en tierras que no le pertenecen. Con la caída del sol vuelven a conducir a la hacienda hacia el puesto.
Estos puestos constituyen estructuras de carácter más efímero que las casas de campo en tanto que están construidas con materiales de recolección de los alrededores de cada sitio. En la mayoría de los casos los cerramientos de los refugios se levantan con pirca seca, es decir sin argamasa de barro y en los casos en que tienen techo la cubierta es de tola formando un espacio semicubierto. Lo común es que buena parte de la protección del asentamiento este dada por la elección del emplazamiento. En este sentido, paredes de piedra, estructuras rocosas, quebradas o pequeños valles son sitios ideales para la instalación de estos refugios, y serán estos accidentes naturales los que conformen una parte de la estructura construida.
En general, cada puesto tiene como componentes básicos uno o dos corrales, un fueguero que sólo a veces está techado y en algunos asentamientos un corral para las crías. En ciertos casos pueden llegar a tener dos o tres habitaciones. Por su carácter esporádico, lo normal es que el mismo fueguero sea utilizado como espacio para dormir.
Al igual que en los caseríos rurales, la construcción de la vivienda urbana se da como un desarrollo en el tiempo. Las casas parten de una habitación que aloja a la familia y un fueguero exterior, y de acuerdo de las posibilidades se van sumando nuevas funciones. Pero aunque se construya una sola habitación, el resto del perímetro se cierra con una pirca para forzar el encierro.
El elemento aglutinante de la composición es el patio. Aunque su existencia se prevé desde el comienzo de la construcción, la resultante morfológica es una consecuencia y no un "a priori". Las habitaciones se van distribuyendo y lo que queda entre ellas es el patio. De ahí la resultante irregular en su diseño con infinitos rincones, quiebres y recovecos que a su vez se usarán para una nueva construcción si es necesario. De todas maneras el patio siempre está presente. Es el patio el espacio de reunión, el espacio donde se desarrollan la mayor parte de las actividades del día. La cultura local no está asociada a la interioridad y el patio es la expresión de esta necesidad en el ámbito urbano. Más allá de las cuestiones funcionales de este espacio, el patio tiene una significación religiosa. De alguna manera es el espacio de la Pachamama en la casa del pueblo.
Cada 1º de agosto, en una ceremonia privada de la familia, se abre el pequeño pozo de la Pacha y se la alimenta con tictincha, coca, cigarrillos y alcohol para homenajearla. Durante la ceremonia se quema la coba que llena con su aroma todo el espacio del patio. Es interesante revisar la descripción que hace Boman sobre el interior de las viviendas para tener un panorama a principios de siglo:
“Contra uno de los muros más cortos, se ve el poyo, sobre elevación de piedras y tierra, que ocupa todo el ancho de la casa y de alrededor de 0,50 m de altura y de 1,50 m a 2 m de fondo. Es la cama común de todos los miembros de la familia, que se acuestan en ella sin desvestirse, descansan sobre cueros de llamas y corderos y se cubren con otras pieles. El extremo opuesto de la casa está generalmente separado del resto por un murete de más o menos 1m de altura, éste espacio cerrado sirve para conservar el maíz, la quinoa y otros productos alimenticios. La pared que forma el fondo de la habitación está provisto, por lo general, de una banqueta fija en adobes, que sirve de asiento. No existe muebles, excepto, en algunas casas, lo que es un lujo especial, una mesita y una o dos sillitas bajas, en madera de cereus, con el asiento cubierto con un trozo de cuero. En las paredes de las habitaciones, se veían nichos abiertos que contenían toda clase de pequeños objetos, especialmente paquetes envueltos en trozos de tela. De las maderas de la techumbre y en los rincones cuelgan una infinidad de viejos harapos de ropa, cuerdas de lana de llama, etc.” (Boman 1908)
La construcción es una de las actividades destinadas al hombre y lo usual es que cada familia construya su vivienda con la colaboración de personas cercanas. Por lo general los mayores pasan sus conocimientos a los jóvenes que colaboran en la tarea asegurando la continuidad de la tradición constructiva.
Las características ambientales de la Puna hacen que la variedad de materiales disponibles no sea demasiado abundante. Si bien hoy en día se están incorporando materiales industriales, la mayoría de las construcciones tradicionales se basan en piedra, barro, cardón y paja. El uso de la chapa en lugar de la torta de barro se ha extendido muchísimo en el poblado. Las condiciones ambientales al interior de la vivienda no son mejores puesto que la capacidad aislante de la chapa es menor a la del barro.
Los pobladores, acentúan esto cuando se les pregunta. Por otra parte, la chapa es más cara y los detalles constructivos usados hacen que la unión entre los muros de adobe y la cubierta metálica presente numerosos problemas. La única razón explicada por los habitantes es la simplicidad en el uso de este material. “La chapa la pones y listo”, a diferencia de la torta de barro que debe ser reemplazada, con suerte, cada cinco años. Esta consideración, en sí misma, muestra un cambio en los valores de la comunidad. Algo parecido sucede con el empleo de estructuras de hormigón armado y en algunos casos con el reemplazo del adobe por los bloques.
Las familias de pastores visitan sólo esporádicamente a su "casa en el pueblo". Ocasiones para ir al pueblo son, por ejemplo, la compra de mercadería, las reuniones de la Junta Vecinal o de la Cooperadora Escolar y las fiestas patronales. A diferencia de la "casa de campo" nunca se reúne la familia completa en ella, sino que únicamente va un miembro de la familia o van unos pocos miembros de la familia.
Esto no significa que la "casa en el pueblo" sea percibida como una estructura aislada u opuesta a la "casa de campo". Más bien forma parte del sistema de movilidad espacial de las unidades domésticas pastoriles. Al igual que los puestos ("estancias") también la "casa en el pueblo" no es habitada permanentemente, sino que sólo lo es temporariamente según fines muy específicos (p.e., una reunión de la Junta Vecinal). También las descripciones históricas constatan esta función de la "casa en el pueblo". Los viajeros naturalistas, los exploradores militares y los administradores estatales que recorrieron el sector oriental de la Puna de Atacama señalan que los pueblos están abandonados y las casas vacías, porque los indígenas se encuentran en los cerros, cuidando a sus rebaños.
Bibliografia:
Transformaciones urbanas y vivienda en Susques. Jujuy.
Arq. Jorge Tomasi
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